Título
original The Father
Año 2020
Duración 97 min.
País Reino Unido
Dirección Florian Zeller
Guion Florian
Zeller, Christopher Hampton. Obra: Florian Zeller
Música Ludovico Einaudi
Fotografía Ben Smithard
Reparto Anthony
Hopkins, Olivia Colman, Imogen Poots, Rufus Sewell, Olivia Williams, Mark
Gatiss, Evie Wray, Ayesha Dharker
Productora Coproducción Reino Unido-Francia; Trademark
Films, Embankment Films, Film4 Productions, F Comme Film, AG Studios NYC. Distribuidora:
Lionsgate
Género Drama | Drama psicológico. Vejez / Madurez.
Enfermedad. Alzheimer. Familia
Grupos Adaptaciones de Florian Zeller
Clasificación + 15 años
Sinopsis
Anthony (Anthony Hopkins), un hombre de 80 años mordaz, algo
travieso y que tercamente ha decidido vivir solo, rechaza todos y cada uno de
las cuidadoras que su hija Anne (Olivia Colman) intenta contratar para que le
ayuden en casa. Está desesperada porque ya no puede visitarle a diario y siente
que la mente de su padre empieza a fallar y se desconecta cada vez más de la
realidad. Anne sufre la paulatina pérdida de su padre a medida que la mente de
éste se deteriora, pero también se aferra al derecho a vivir su propia vida.
(FILMAFFINITY)
Premios 2020
Premios Oscar: Mejor actor (Hopkins) y guion adaptado. 6
nominaciones
Globos de Oro: 4 nominaciones, incluyendo mejor película
drama
Premios BAFTA: Mejor actor (Hopkins) y guion adaptado. 6
nominaciones
Festival de San Sebastián: Premio del Público
Critics Choice Awards: 4 nominaciones, incl. mejor actor y
actriz sec.
Premios Goya: Mejor película europea
Sindicato de Directores (DGA): Nominada a mejor nuevo
director
Sindicato de Actores (SAG): Nom. mejor actor (Hopkins) y
actriz sec. (Colman)
Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor montaje
Asociación de Críticos de Boston: Mejor actor y Mejor
director novel
Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a Mejor actor y
guion adap.
British
Independent Film Awards (BIFA): Mejor guión, actor y montaje
Satellite Awards: Mejor guion adaptado. 6 nominaciones
Crítica
La idea es de una sencillez tan aplastante que a nadie se le
había ocurrido desarrollarla con tal grandeza: mostrar la demencia senil de un
anciano, su falta de certezas, su confusión mental, sus lamentables olvidos,
los más cotidianos y los más esenciales, sus vívidos recuerdos, sus accesos de
clarividencia, su honestidad brutal, su ternura y su hosquedad, su
desequilibrio y sus caídas en el terror de sentirse absolutamente perdido en su
hogar, expuesto como un laberinto indescifrable, desde su propio punto de vista
mental. Lo ha hecho el prestigioso dramaturgo francés Florian Heller en su
primera y excelente película como director de cine, basada en su obra teatral
El padre, un drama profundamente doloroso y afortunadamente humano, que se
acerca a la enfermedad con el tacto de la devoción y del cariño, pero también
con la aspereza de la verdad. Y con la inestimable ayuda de Anthony Hopkins y
su maestra
Sin grandilocuencias en la puesta en escena, de un rigor
clásico inusual en un debutante, Zeller va mostrando los sucesivos encuentros
del protagonista con su hija, su cuidadora y su yerno en el piso donde habita,
con la salvedad de que los intérpretes van cambiando de identidad, mostrando
los rostros acompañantes de una memoria averiada para siempre, y las derivas de
inseguridad en un hombre que se siente no solo aturdido sino también embaucado,
conformando así una especie de thriller de engaños. Siempre pendiente de su
reloj y del momento del día que es porque intuye que su tiempo se acaba y que
sin él se mezclan el día y la noche, el pijama y la ropa de calle, las
pastillas del desayuno y las de la cena, la infancia y el ocaso, el viejo se
aferra a la información en la muñeca como el que se abraza a una vida que se
resquebraja por donde más duele, en ciertos momentos con el aliento
shakespeariano de El rey Lear.
Nadie había mostrado con esa eficacia ese efecto tan
desgraciadamente habitual de que alguien empiece a tener síntomas de no
reconocer ni a los suyos, en una edad en la que no siempre se es tierno y educado,
y en una situación en la que afloran palabras y actitudes seguramente sinceras,
pero despiadadas con los que te quieren y pretenden ayudarte. ¿Se es uno mismo
o ya se es otro?
Porque también está el contraplano de la inmensa variedad de
registros en la sublime actuación de Hopkins, hosco, divertido y, sobre todo,
extraviado: el dolor de la hija, la formidable Olivia Colman (pero no solo); el
resquemor del yerno; la profesional dulzura de la cuidadora. La confusión
mental del ser humano que se agota es la nuestra como espectadores, por una vez
en la tesitura de no saber dónde colocarnos ante un desafío que alcanza incluso
la esfera de lo moral. Javier Ocaña en
El Pais de Madrid
Trailer
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