Productora Coproducción Argentina-Francia-España; K&S Films / La
Unión de los Ríos / Telefé / Maneki Films / Mod Producciones / Movistar+ / arte
France Cinéma / Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA)
Género Intriga. Drama
Calificación + 12 años
Sinopsis
En una Cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, en
donde se definen las estrategias y alianzas geopolíticas de la región, Hernán
Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar
que le hará enfrentarse a sus propios demonios. Deberá tomar dos decisiones que
podrían cambiar el curso de su vida en el orden público y privado: por un lado,
una complicada situación emocional con su hija, y por otro, la decisión
política más importante de su carrera. (FILMAFFINITY)
Premios 2017-18
Festival de Cannes: Un Certain Regard (Sección oficial)
Premios Goya: Nominada a Mejor música original
Premios Sur: 11 nominaciones incluyendo mejor película y
director
Premios Fénix: 5 nominaciones incl. mejor fotografía, música
y actor (Darín)
Premios Platino: Nominada a mejor película, fotografía,
música y dir. Artística
Un hombre común
Hernán Blanco fue electo presidente de Argentina hace poco.
El motor de su campaña fue presentarlo como "un hombre común" y, como
tal, hoy es un misterio para muchos a la hora de gobernar. Al punto que un
periodista lo define como "el presidente invisible". Su primera
prueba de fuego es una Cumbre de Presidentes en la cordillera chilena para
resolver la creación de una organización petrolera de estados sudamericanos,
idea que lidera el poderoso presidente de Brasil, la estrella del momento
(Uruguay tiene presidenta). Pero la valija con la que viaja Blanco es más
pesada aún, su ex yerno amenaza con revelar cosas que sabe de él y su hija –la
ex esposa del chantajista- no está pasando por un buen momento psicológico.
Entonces el presidente decide que la hagan ir a Chile. Esta película de
Santiago Mitre (El estudiante, La patota) comienza como una intriga política
centrada en los sucios manejos del poder, y en un momento vira hacia el drama
familiar en el que la hija de Blanco es sometida a hipnosis y empieza a contar
cosas aparentemente sin sentido. Parecen caminos inconexos, pero al final del
film el espectador entenderá el doble planteo. Eso sí, la interpretación
correrá por cuenta de cada uno, no hay explicación explícita. El elenco es
brillante, desde lo que ya sabemos de Darín, pasando por los talentos de Rivas
(asistente del mandatario) y Fonzi (hija), hasta un Romano que en los últimos
tiempos viene encontrando papeles a su medida y les saca jugo. La cordillera es
fundamentalmente un thriller psicológico, pero también tiene denuncia política
sin bajar línea. Una historia que deja pensando y hace que guste más cuanto más
se la piensa.
Martes y viernes a las 20.00 horas. Entrada: $ 150, socios
gratis
Título original Loving Vincent Año 2017 Duración 95 min. País Polonia.Reino Unido Dirección Dorota Kobiela, Hugh Welchman Guion Dorota Kobiela, Hugh Welchman, Jacek Dehnel Música Clint Mansell Fotografía Animation, Tristan Oliver, Lukasz Zal Reparto Animation, Douglas Booth, Helen McCrory, Saoirse Ronan, Aidan Turner, Eleanor Tomlinson, Chris O'Dowd, Jerome Flynn, John Sessions, Holly Earl, Robert Gulaczyk, James Greene, Bill Thomas, Martin Herdman, Josh Burdett, Richard Banks, Shaun Newnham Género Animación. Drama. Biográfico. Calificación: + 9 años Sinopsis
Primer largometraje compuesto por pinturas animadas, "Loving Vincent" es un film homenaje a Van Gogh en el que cada fotograma es un cuadro pintado sobre óleo, tal y como el propio Vincent lo hubiera pintado. Sus 80 minutos de duración están compuestos por 56.800 fotogramas que han sido pintados, uno a uno, por una gran cantidad de excelentes pintores a lo largo de varios años, todos inspirándose en el estilo y arte magistral de Van Gogh. (FILMAFFINITY)
Premios 2017
Premios Oscar: Nominada a mejor largometraje de animación
Globos de Oro: Nominada a Mejor filme de animación
Premios BAFTA: Nominada a Mejor película de animación
Premios Annie: Nominada a mejor película independiente, guion y música
Festival de Annecy: Premio del público
Premios del Cine Europeo: Mejor largometraje de animación
National Board of Review (NBR): Mejores películas independientes del año
Critics Choice Awards: Nominada a mejor largometraje de animación
Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a Mejor film de animación
Satellite Awards: Nominado a mejor largometraje de animación
Premios David di Donatello: Nominada a Mejor film de la Unión Europea
De vida, locura, muerte… y más vida
Para la Asociación de Críticos de Cine del Uruguay la Mejor Ópera Prima y Mejor Animación del año 2017. En dicha categoría, también ha ganado los Premios del Cine Europeo y ha recibido la nominación a los Globo de Oro. Se espera por los Oscar. Más allá de galardones, un gesto de amor y un acontecimiento histórico en sí misma.
“¿Quién soy yo a los ojos de la mayoría? Un don nadie, una no entidad, una persona desagradable. Alguien que no tiene, ni nunca tendrá, posición alguna en la sociedad; en resumen, lo más bajo entre lo bajo”.
Vincent van Gogh (1853-1890)
De plano, hay dos cosas que debemos respetar mucho en Loving Vincent: el gran trabajo artístico y técnico detrás de la realización del filme, y el profundo amor que demuestra la empresa. Esto se encuentra muy por encima de la consideración que pueda merecer la historia que se nos relata y su mayor o menor calidad y sostenibilidad. Lo dicho: lo anterior se respeta y se aprecia, mucho. Y es el gran diferencial de Loving Vincent.
Al igual que en la recordada canción de Don McClean, “Vincent” (Starry, starry night, para muchos), a la que no sólo hace honor la película, sino que parece servir de inspiración en muchos aspectos, el gran pintor neerlandés Vincent van Gogh es considerado con afecto, con amor, hasta con devoción, nos animaríamos a afirmar. Así, esta realización deviene en una nueva forma del reconocimiento, un nuevo homenaje: a su vida, a su obra, a toda una concepción del arte. Una nueva reivindicación. Y más allá de acuerdos o desacuerdos con la postura, el planteo se percibe honesto -responsablemente honesto-, auténtico. Y cuando prima el amor, difícil oponerse.
Y sí, hay una carta del pintor -ya fallecido- que debe llegar a su destinatario, su hermano y mecenas Theo; y sí, hay un padre preocupado -cartero y amigo de Vincent- que se ocupa de que ello suceda; hay un hijo al que le es encomendada la misión, aún sin su beneplácito, pero que intentará responsablemente completarla. Y sí, habrá un viaje, con sus estaciones, a partir del cual -como es habitual- ya nadie será el mismo; y habrá un encargo que se transformará en obsesión, y lo que debería haber sido una simple entrega se convertirá en investigación: la de la muerte de aquél, el pintor loco y enfermo, el pintor apasionado por su trabajo, pasional en sus vínculos, no muy correspondido en sus afectos, incomprendido en su arte. Su suicidio parece no haber sido tal.
Pero el misterio será sólo un intento. Y el suspense estará más sostenido por la calma tensa de la banda sonora -funcional, efectiva, climática-, que se impone sin ostentar, que por el casi ingenuo desarrollo argumental y dramático. Historia, por otra parte, que incorpora, incluso, las más recientes hipótesis sobre la muerte de quien se convirtió, quizá deseándolo pero sin asistir a ello, en una de las referencias más importantes de la pintura, y el arte todo, en el siglo XX.
Y es tal el ícono en el que se ha convertido Vincent van Gogh que dos directores, ella de origen polaco, Dorota Kobiela, y él de origen inglés, Hugh Welchman, decidieron realizar la primera película animada de la historia del cine hecha a partir de pinturas casi como un tributo al Maestro. Para ello, necesitaron más de 6 años, 125 pintores de óleo bien formados, provenientes de 20 países diferentes, especialmente entrenados para la ocasión en la técnica del neerlandés -seleccionados entre más de 5.000 candidaturas- y 65.000 fotogramas -en una relación de casi 12 por segundo-, cada uno de los cuales representó una pintura al óleo fotografiada en alta resolución para generar con ellas la animación posterior. Animación, por otra parte, que utilizó la técnica del croma, o clave de color -la asociada hoy día al fondo verde para modificar y reemplazar áreas o imágenes por otras-, para que actores profesionales dieran cuerpo y representaran a todos los personajes involucrados, fueran filmados, y así permitir luego el trabajo de los pintores, que pintaron los lienzos finales sobre sus imágenes. Para esto, el parecido físico de los actores y los hombres y mujeres retratados por van Gogh tuvo un rol protagónico, al menos en los rasgos reflejados por los cuadros. De ese modo, otro de los destaques de Loving Vincent es el doble reconocimiento que permite el gran trabajo artístico y técnico efectuado: por un lado, reconocer la pintura de la que parte la toma en cada caso y, por otro, reconocer a los actores detrás de las voces y las representaciones pictóricas.
Setenta y siete fueron las obras de van Gogh utilizadas en el filme, setenta de las cuales mantuvieron los tonos y colores de la pintura original, mientras que siete fueron “transportadas” al blanco y negro utilizado para generar los flashbacks con los que se relata el pasado de sus últimas semanas de vida en Auvers sur Oise (Francia), en las que se centra la investigación del joven Armand Roulin sobre el paradero de Vincent, al inicio, y las razones y el cómo de su fallecimiento, posteriormente. Relatos efectuados por quienes frecuentaron al artista, por motivos diversos, durante dicho período, y que van Gogh -ese que, en vida, vendió sólo tres de sus casi novecientos cuadros- dejara inmortalizados en algunos de sus trabajos más famosos.
Ese dato, el del reflejo del mundo que lo rodeara en su obra -sujetos, situaciones, paisajes- fue decisivo al momento de elaborar el guión. Ello, y los centenares de cartas en las que relatara, principalmente a su hermano Theo, sus vivencias cotidianas y su proceso creativo en cada período. A través de ellas -pinturas, cartas-, es posible recrear su entorno y sus acciones de un modo tan cercano a la precisión -de acuerdo a palabras de sus directores- que es difícil de comparar con algún otro artista de la pintura.
Y es a partir de esa imagen especular maravillosamente deformada por su arte que podemos rastrear sus pasiones y obsesiones, sus apegos y desapegos, sus lugares favoritos, las calles que lo rodearon, sus amigos, sus zapatos, su cuarto, alguno de sus amores; su ser tortuoso, y torturado, su peculiar forma de ver y sentir el mundo; la lucidez, su lucidez, con la que intentó liberarnos de tanta atadura; la rosa espinada pisoteada en la nieve -al cantar de McClean-, la brisa y la sombra sobre las colinas, las flores flameantes y las noches estrelladas, las nubes en remolino, los rostros sufrientes embellecidos y enternecidos por su mano, los hombres en harapos; su amor por nosotros nunca correspondido; su belleza infinita…
Lamentablemente, si no pudimos entenderla, si no supimos cómo verla en su turno -tierra y tiempo sin profeta-, nadie podrá garantizarlo ahora. Por más pasión y amor que se hayan puesto en la empresa. Andrés Vartabedian (Revista digital Vadenuevo, 03/01/2018)
Michèle, exitosa ejecutiva de una empresa de videojuegos,
busca venganza tras ser asaltada de forma violenta en su propia casa por un
intruso. (FILMAFFINITY)
Premios 2016
Premios Oscar: Nominada a mejor actriz (Isabelle Huppert)
2 Globos de Oro: mejor película extranjera y mejor
actriz-drama (Huppert)
Premios César: Mejor película y actriz (Isabelle Huppert).
11 nominaciones
Premios del Cine Europeo: 3 nominaciones, incluyendo mejor
película
Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
Premios Independent Spirit: Mejor actriz (Isabelle Huppert)
Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actriz (Huppert)
Críticos de Los Angeles: Mejor actriz (Huppert)
National Board of Review (NBR): Mejores películas
extranjeras del año
Premios Gotham: Mejor actriz (Isabelle Huppert)
Critics Choice Awards: Mejor película de habla no inglesa. 2
nominaciones
Asociación de
Críticos de Chicago: 3 nom., incl. Mejor pel. ext. y actriz (Huppert)
Satellite
Awards: Mejor actriz (ex-aequo) (Isabelle Huppert). 2 nominaciones
Premios Goya: Mejor película europea
Premios Gaudí: Mejor película europea
Premios del Sindicato de Críticos de Cine Franceses: Mejor
film
Premios 2017
Premios BAFTA: Nominada a Mejor película en habla no inglesa
Premios David di Donatello: Nominada a Mejor film de la
Unión Europe
Contrastes de ella
Estaba aquella reflexión de Jacques Rivette que planteaba
que toda buena película es algo más complejo de lo que su director se propuso
hacer. Decía que toda gran película es en realidad el retrato de esa cosa que
el director, sin quererlo, estaba imprimiendo en la pantalla, en la interacción
de sus planos, escenas, secuencias. No es que uno, después, como espectador,
vaya a ser capaz de deducir todo lo que está ocurriendo allí pero algo se
percibe vivo, misterioso, inasible; en el caso de Elle (2016), también,
chocante y contradictorio.
La película narra el juego en el que Michelle se mete cuando
decide no denunciar la violación que sufre ni bien empieza la película, y
buscar (o esperar) al atacante y resolver el tema bajo sus propios medios. Eso
es, en realidad, la superficie, porque la película también la narra a ella como
mujer, empresaria del mundo de los videojuegos, víctima de un trauma en la infancia,
madre, hija, ex-esposa, amante, amiga. Y sobre todo, narra el cruce donde la
violación no es del todo un punto que la devela en su fragilidad y sufrimiento
sino que, por el contrario, hecha luz sobre su fría elegancia, su racionalidad
y su deseo. Porque su reacción a la violación no es, digamos, lo que uno
espera; y detrás de eso, hay cierta complejidad que la lleva a recorrer una
línea peligrosa de coqueteo, literal, con su atacante. En ese recorrido, el
guión y la puesta en escena establecen un choque entre lo que parece esperable
y lo que de hecho ocurre, construyendo momentos de comedia y perplejidad.
Lo atroz se vuelve sexy; lo violento, erótico. Las
contradicciones abundan en la película, desde el hijo negro de una pareja
blanca (con un padre obstinado con afirmar que se trata de su hijo) a la
extraña comicidad de un policial. No son fundamentos de una tesis sino piezas
del misterio que, al fin y al cabo, es ella y su deseo, que se afirma en su
ley, ilógico e inexorable. Entonces lo que genera rechazo o atracción se vuelve
imposible de distinguir. La síntesis última es el rostro de ella (spoiler), la
forma sutil en la que sonríe (casi como si lo hiciera con los ojos) frente al
rostro ensangrentado del violador moribundo (fin de spoiler.)
En una entrevista a IndieWire, el director Paul Verhoeven
parece afirmar su intensión de buscar el cruce entre terrenos contradictorios:
“Mantengo un ojo abierto al lado destructivo del universo; la sexualidad, la
amistad y el amor están en el otro lado. Yo estoy tratando de usarlos a los dos
al mismo tiempo. Los dos están en todos lados”. La incómoda concatenación de
sucesos que albergan esta doble naturaleza son la premisa que construye la
extrañeza que sobrevuela a toda la película y la perplejidad que puede provocar
las decisiones y actitudes de ella, u otros de los personajes. Más que
llevarnos a formular una idea racional -que quizá podríamos- lo más interesante
sucede en la parte que parece escapar a ese esfuerzo.
Corren días difíciles para Liz, madre primeriza de Nicanor y
esposa de Gustavo, que está de viaje filmando en Chile. Liz parece perdida y
sola, visita todos los días el parque vecino a su casa. Allí conoce a un grupo
de madres y a algún padre y se encuentra con Rosa, presunta madre de Clarisa y
hermana de la inestable Renata. En esta intensa amistad se crea una complicidad
especial, en la que las nuevas amigas comparten confesiones, tareas domésticas
y de a poco lo más importante, el cuidado de los hijos. (FILMAFFINITY)
Premios
2016: Festival de Sundance: Mejor guión (World Cinema)
2015: Premios Sur: Mejor actriz de reparto: (Maricel
Álvarez)
"Un lugar en el mundo"
En plena era de las comunicaciones, las cuales, según se
podría apreciar, dan pie a que cada uno exprese lo que quiere en el momento que
así lo desee, los medios parecen no bastar para impedir que, pese a quien pese,
mucha gente no encuentre un par de oídos dispuestos a escuchar. Todo un tema
capaz de asomar en las reflexiones del espectador que vea esta película que
algún apresurado catalogaría de feminista, por atreverse a seguir los pasos de
una madre reciente (Julieta Zylberberg) que, habida cuenta de que su marido se
halla trabajando en otro país, trata de arreglárselas para sobrellevar la
soledad. La relación que surge con otra muchacha (Ana Katz, la propia
realizadora) a la que conoce en un parque, y luego también con su hermana, se
entreteje en una historia que deja en claro que, sin otros familiares a la
vista, no resulta fácil salir adelante con un bebé, tratar de reintegrarse a
las actividades laborales y, por cierto, dar con la persona adecuada que, en ciertas
horas, le cuide al niño. Si bien entonces gran parte de lo que le sucede a
nuestra protagonista cae en la órbita de aconteceres femeninos, cualquier
hombre capaz de esgrimir un mínimo de imaginación puede muy bien traducir los
contratiempos, indecisiones, dudas y soledades que aquejan a Liz –el personaje
que anima con milimétrica precisión Zylberberg– a una órbita masculina donde
otro tipo de contratiempos, indecisiones, dudas y soledades asoman muchas veces
sin que el hombre en cuestión se tope con las orejas que presten atención a sus
pesares.
De ahí que valga la pena no sólo tratar de escuchar en
profundidad lo que Liz trata de señalarle a su nueva amiga, a la hermana de
ésta, a un ex, a la empleada que viene a darle una mano y, por supuesto, al alejadísimo
marido que asoma vía Skype, sino también entender por qué razones la historia
de Liz no se termina al finalizar la proyección de la película, ya que, como en
la propia vida de cualquiera, ella tendrá otros asuntos que se agregarán a los
ya entrevistos. Toda una conclusión a la que conviene sumar los pensamientos
que la platea se pueda plantear acerca de lo que Liz trasluce en sus miradas,
sus silencios, sus sonrisas y, claro está, sus estallidos, ya que, también como
en la propia vida, siempre conviene tener en cuenta, además de lo que las
personas dicen, buena parte de lo que nunca dicen. Con miradas dirigidas hacia
ambos terrenos, Ana Katz e Inés Bortagaray plantean un libreto pleno de
elocuentes puntos suspensivos, que la primera filma en interiores y exteriores
que el fotógrafo Guillermo Nieto capta con la expresividad del caso para darle
marco al deambular de una mujer cuyos pasos ilustran etapas que, quizás, la
conduzcan a superar algún obstáculo. El asunto, como es fácil suponer, puede suceder
en cualquier parte, un detalle que el elenco que incluye a argentinos como
Zylberberg y uruguayos como Mirella Pascual (la empleada) y Daniel Hendler (el
marido) se encarga de justificar con la misma naturalidad que impulsa a la
cámara a moverse por algún paisaje reconocible. Como en las películas de sus
admirados Eric Rohmer y Nanni Moretti, lo que cuenta Katz queda en la cabeza
del espectador. Si lo que uno piensa resulta, en definitiva, distinto de lo que
piensa el de al lado, mejor. Vivan las diferencias… si éstas surgen por haber
pensado.