Martes a las 20.00 horas, viernes a las 18.00 y 20.00 horas. Entrada: $ 150, socios gratis.
Título original The Mule
Año 2018
Duración 116 min.
País Estados Unidos
Dirección Clint Eastwood
Guion Nick
Schenk (Artículo: Sam Dolnick)
Música Arturo Sandoval
Fotografía Yves Bélanger
Reparto Clint Eastwood,
Bradley Cooper, Dianne
Wiest, Michael Peña, Taissa Farmiga, Laurence Fishburne, Ignacio Serricchio, Alison Eastwood, Andy García, Diego Cataño, Robert LaSardo, Lobo Sebastian, Clifton Collins Jr., Manny Montana, Jill Flint, Noel Gugliemi, Loren Dean,
Katie Gill, Daniel Moncada, Victor Rasuk, Devon Ogden, Ashani Roberts, Lee Coc,
Rey Hernandez, Joe Knezevich,
Derek Russo
Género Drama. Drogas. Basado en hechos reales
Clasificación: 12 años
Sinopsis
A Earl Stone (Eastwood), un octogenario que está en quiebra,
solo, y que se enfrenta a la ejecución hipotecaria de su negocio, se le ofrece
un trabajo aparentemente facil: sólo requiere conducir. Pero, sin saberlo, Earl
se convirte en traficante de drogas para un cártel mexicano, y pasa a estar
bajo el radar del agente de la DEA Colin Bates (Cooper). (FILMAFFINITY)
Crítica
Aunque comparte algunos datos con otros personajes de Clint
Eastwood, su Earl Stone de La Mula está bien cerca de Walt Kowalski, su último
gran héroe en Gran Torino: es un veterano de la guerra de Corea, con un crónico
gesto de cascarrabias y una relación problemática a la altura de los afectos.
Pero hay algunas diferencias. La principal podría ser que
transporta droga para un cartel mexicano, lo que siempre es un alerta sobre la
moralidad de un héroe. Como muchas de las películas de Eastwood, aquí se habla de
cómo sobrevivir en tiempos tan nuevos y tan distintos y cómo seguir siendo
americano en el camino. En ese panorama, Stone es un típico personaje de un
director que ha desarrollado una parte importante de su carrera en retratar la
incomodidad de su generación ante nuevos códigos morales y de convivencia. Y,
de paso, sobre cómo ser un héroe.
La mula está basado muy libremente en el caso de un
nonagenario que terminó trabajando para los emperadores de las drogas
mexicanos. El guion está firmado por Nick Schenk, el mismo de Gran Torino,
inspirado en un artículo de Sam Dolnick para la revista del New York Times,
titulado “The Sinaloa Cartel’s 90-Year Old Drug Mule”, o sea “La mula de droga
de 90 años para el cartel de Sinaloa”.
Es la película número 40 de Eastwood como director, un rubro
en el que comenzó en la década de 1970, pero en el que no mostró su verdadera
estatura hasta 1992 cuando los Oscar y el éxito de Los imperdonables lo
convirtieron en un maestro del cine americano, en una tradición de la que, junto
con Steven Spielberg, son los principales herederos. Desde entonces ha hecho
algunos de sus grandes clásicos: Los puentes de Madison, Million Dollar Baby,
Río místico y el díptico sobre la Segunda Guerra Mundial que conforman La
conquista del honor y Cartas desde Iwo Jima, que, probablemente, sea su mejor
obra.
Stone es un personaje ideal para Eastwood quien ha tenido la
decencia de ir envejeciendo a sus héroes. Al comienzo de La mula, en 2005, es
un horticultor exitoso y generoso que prefiere, por ejemplo, la adulación de un
montón de señoras antes que ir a la boda de su hija (Allison Eastwood, la
propia hija del director), una rutina de decepción que ha sido su marca
registrada en la vida familiar: así se lo recuerda su exesposa (Diane Wiest) y
se lo perdona su nieta (Taisa Farmiga). A él le importa poco.
La acción ahí se traslada a un presente más aciago: el
negocio no ha prosperado y la hipoteca aprieta. Es allí cuando, porque siempre
hay que confiar en la amabilidad de los extraños, recibe la oferta para
trasladar droga. Quién, después de todo, va a desconfiar de un señor mayor, que
nunca tuvo una multa de tránsito, medio racista y huraño. El negocio es
próspero y parece seguro aunque los compañeros de trabajo son de temer e
inestables. Pero la Policía anda en la vuelta para arruinarlo todo.
Con el dinero que consigue de los viajes se encarga de
buenas acciones (rescatar un hogar para veteranos de guerra; ayudar a su nieta
a terminar la carrera) que van apareciendo coincidentemente cada vez que
termina un trabajo. Es como un Robin Hood de la tercera edad.
El tema es atractivo y podría haber sido material para una
buena película. No es precisamente ésta que por momentos pierde foco, se
distrae con algunos asuntos redundantes y todo es demasiado austero desde las
exigencias del guion a la puesta en escena, que es tirando a rutinaria. Por
momentos parece limitarse a los actores diciendo sus diálogos sin ningún
esfuerzo extra. El mundo de los narcotraficantes representado en el jefe
siempre de juerga y rodeado de chicas en bikini que interpreta Andy García es
demasiado caricaturesco para ser real. Todo el cartel de la droga es puro
estereotipo.
La película -que puede llegar a tener una lectura como
comedia-, tampoco analiza la moralidad de su personaje central, que será el
simpático huraño que le conocemos a Eastwood pero, además, es un frío miembro
de un cartel de drogas. La película no se decide por una mirada crítica, y la
redención final es un poco forzada. Bradley Cooper, Michael Peña y Laurence
Fishburne aportan poco más que presencia.
Eastwood hizo dos películas en 2018. Es raro que una, 15:17
Tren a París haya sido un experimento sobre el realismo más logrado de lo que
muchos quisieron ver y que ahora La mula sea un ejercicio tan rutinario y tan
económico.
Lo que queda fuera de discusión es la figura de Eastwood
que, en un papel justito para él, está presente en cada una de las escenas.
Repite gestos, cierto, pero es parte de lo que lo ha convertido en lo que es.
Pocos actores han envejecido tan dignamente y eso, a pesar de los reparos,
siempre merece verse.
Fernán Cisnero en El País
Trailer:
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