Título original Judy
Año 2019
Duración 118 min.
País Reino Unido
Dirección Rupert Goold
Guion Tom Edge. Obra: Peter Quilter
Música Gabriel Yared
Fotografía Ole Bratt Birkeland
Reparto Renée Zellweger, Jessie Buckley, Rufus Sewell, Finn Wittrock,
Michael Gambon, Bella Ramsey, John Dagleish, Gemma Leah Devereux, Gaia Weiss,
Andy Nyman, Fenella Woolgar, Phil Dunster, Julian Ferro, ver 4 más
Productora Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; BBC
Films, Calamity Films, Pathé, 20th Century Fox
Género Drama | Biográfico. Años 60. Música
Calificación + 12 años
Sinopsis Durante el invierno de 1968, treinta años después
del estreno de 'El mago de Oz', la leyenda Judy Garland llega a Londres para
dar una serie de conciertos. Las entradas se agotan en cuestión de días a pesar
de haber visto su voz y su fuerza mermadas. Mientras Judy se prepara para subir
al escenario, regresan los fantasmas que la atormentaron durante su juventud en
Hollywood. A sus 47 años, la cantante se enfrenta a las inseguridades que la
acompañaron desde su debut, pero esta vez vislumbra una meta firme: regresar a
casa con su familia para encontrar el equilibrio. (FILMAFFINITY)
Premios
2019: Premios Oscar: Mejor actriz (Renée Zellweger)
2019: Globos de Oro: Mejor actriz drama (Renée Zellweger)
2019: Premios BAFTA: Mejor actriz (Renée Zellweger). 3 nominaciones
2019:
National Board of Review (NBR): Mejor actriz. Top films independientes
2019:
Critics Choice Awards: Mejor actriz (Renée Zellweger)
2019: Premios Independent Spirit: Mejor actriz (Renée
Zellweger)
2019: Sindicato de Actores (SAG): Mejor actriz (Renée
Zellweger)
2019:
British Independent Film Awards (BIFA): mejor actriz (Zellweger) y maquillaje
2019: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a mejor
actriz (Zellweger)
2019: Satellite Awards: Nominada a mejor actriz (Zellweger)
y vestuario
Crítica:
Seguramente la mayor parte de los
espectadores uruguayos del film Judy, jamás vieron alguna de las realizaciones
protagonizadas por Judy Garland, actriz que este título toma en sus últimos
años, en una biografía erigida sobre esquemas comunes en los “biopic”
televisivos. O sea una funcional, pero no creativa conjunción de espectáculo,
síntesis psicológica de personajes esquemáticamente construidos, y un argumento
establecido sobre parámetros de interés para amplio espectro de consumidores de
imágenes.
Ergo, un libreto habilidoso, se
encarga de ilustrar rápida y fugazmente, mediante “flashbacks” y precisas
líneas de diálogo, acerca del pasado de esta celebridad, víctima del Hollywood
dominado por la obtención de ganancias sin medir los sacrificios a que se
sometía a sus esclavos actores.
Eliezer Meir, un judío ruso que en los EE.UU. se convierte
en Louis B. Mayer, zar de la MGM, fue un verdadero torturador de las actrices y
actores a los que tenía sujetos por feroces contratos. Y una de sus víctimas
fue precisamente esa Judy Garland, que aquí es recreada en una monumental
actuación de Renée Zellweger.
El personaje de Mayer, como el de maridos y amantes de
Garland que aquí aparecen, lo hace solamente en la medida necesaria para
señalar la destrucción física y moral de la niña que transita la infancia, adolescencia
y edad madura, a impulso y ritmo de los intereses espurios de los estudios,
combinados con la ambición de una madre que permite que las horas de descanso y
de vigilia convenientes a los horarios de rodaje, sean los que, drogas
mediante, regulen el sueño de su hija, también abusada sexualmente por el
patrón absoluto de MGM.
La Garland de Zellweger es una mujer
destrozada desde el arranque del film, y los “flashbacks” con instancias
“felices”, no posibilitan exponer el proceso de deterioro del personaje. Pero
aún sin él, Judy es vehículo para que Zellweger vierta el drama de esta mujer
–poco importa que los pequeños ojos rasgados de Zellweger no se correspondan
con los de Garland- con increíble fuerza dramática y también cante –manteniendo
estilo pero con su propia voz- reconstruyendo a su “retratada”.
Esto es Judy Garland: La leyenda
detrás del arcoiris, un pretexto biográfico para recordar a la Garland (1922-
1969) en cuya trayectoria fílmica su voz emerge en más de centenar y medio de
películas, cuarenta de las cuales la tuvieran como actriz. Siendo el más
popular de esos titulos El mago de Oz (1939), donde al igual que aconteciera
con Lo que el viento se llevó (también de 1939), oficialmente aparece dirigido
por Victor Fleming, ocultándose la participación de George Cukor.
Esos datos convierten a los estudios base de la industria
hollywoodiana, MGM en la vanguardia, en factorías regidas por dos de los
motores fundamentales que regulan la actividad humana: el sexo y el dinero (no
siempre en ese orden). Freud, Marx, Cristo y los directores de Bancos, se han
manifestado al respecto.
Pero este no es un film de denuncia y análisis del medio del
cual procede (no se pierdan el próximo estreno de Dark Waters) y ese sesgo
moral y ético comparable con la esclavitud y la tortura, es solamente parte del
universo que asesinó a Frances Ethel Gumm, una niña que con la complicidad de
una madre inescrupulosa y la ausencia de un padre estigmatizado a causa de su
homosexualidad, fue convertida en Judy Garland, una criatura víctima de insanas
apetencias.
A Judy Garland se la convirtió en una niña oprimiendo sus
pechos cuando interpretó a la Dorothy de El mago de Oz, se le proporcionaron
amantes, se le hizo abortar para no perjudicar la imagen virginal y casta de
algunas actrices y films cristianos impulsados por L.B. Mayer (y las iglesias
cristianas). El Hollywood infernal queda al costado, esto es tan solo lo que
ocurrió a una actriz.
Acontece que aún sobreviven muchos de aquellos espectadores
que gracias a un Hollywood absorbido en matinés, no podían admitir que: el
honesto Gary Cooper de A la hora señalada no tuvo reparos en brindar servicios
sexuales a hombres y mujeres que ayudasen en su carrera, los galanes Cary Grant
y Rock Hudson prefirieran a sus compañeros varones en vez de esas inalcanzables
pechugonas con bustos iguales modelados por sostenes democráticamente
igualadores impuestos por los estudios, el heroicamente democrático Errol Flynn
hubiese sido agente nazi, Doris Day no retaceará su cuerpo a quien se le antojase,
los malvados ladrones de bancos de los films policiales de los años 20 eran
aplaudidos por granjeros despojados por esas honorables instituciones, Frank
Sinatra y su clan fueron apoyados por la Mafia,…
Ud. lector, se estará preguntando a título de que surge todo
esto, porqué dejamos tan poco espacio a la estupenda Zellweger que ganó el
“Oscar” (premio que los que hacen el cine suelen conceder por muy diferentes y
hasta encontrados motivos). Simplemente porque más de una generación debió
luchar contra ideas arteramente inducidas a espectadores (infantes,
adolescentes, adultos) que crecieron al ritmo de Hollywoodland. Y también, debo
confesarlo, Judy Garland me resultó sumamente antipática (con la
excepción de El Mago de Oz), con sus orejas de ratón, su
permanente cara de extraviada (perdón, yo era un niño y no conocía los sórdidos
entretelones), y esas canciones pegajosas. Ahora, me provoca tristeza descubrir
que el cine que tanto amamos, haya asesinado a Frances Ethel Gumm, y haya
explotado a Judy Garland, hasta que muriese también.
Pero ella fue vengada, el “Arco Iris” al que canta Dorothy,
y vaya a saberse cuantas cosas más, le transformaron en Diosa de los
Homosexuales.
Por último, tuvo una hija de su breve matrimonio con el
realizador Vincente Minnelli, se llama Liza, también canta (y me encanta) y
manifestó no vería este film. También tuvo otra descendencia, una niña y un
varón, producto de un conflictivo matrimonio con un actor/agente. Al contrario
de Liza Minnelli, esos hijos cuyo destino desconocemos aparecen en el film
protagonizado por la fascinante Renée Zellweger.
El realizador británico Rupert Gold (1972), realizó
previamente dos episodios y un film de TV, siendo este su primer trabajo para
cine. “Érase una vez en Hollywood”.
Alvaro Sanjurjo Toucon (Exclusiva para accu.uy, 07/02/2020)
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