Título
original The Shape of Water
Año 2017
Duración 119 min.
País Estados Unidos
Dirección Guillermo del Toro
Guión Guillermo del Toro, Vanessa Taylor
Música Alexandre Desplat
Fotografía Dan Laustsen
Reparto Sally
Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Michael Stuhlbarg, Lauren Lee Smith, David Hewlett, Nick Searcy,
Morgan Kelly, Dru Viergever,
Maxine Grossman, Amanda
Smith, Cyndy Day, Dave Reachill
Productora Bull
Productions / Fox Searchlight
Género Fantástico.
Drama. Romance. Thriller | Años 60
Clasificación: + 15 años
Sinopsis
En un inquietante laboratorio de alta seguridad, durante la
Guerra Fría, se produce una conexión insólita entre dos mundos aparentemente
alejados. La vida de la solitaria Elisa (Sally Hawkins), que trabaja como
limpiadora en el laboratorio, cambia por completo cuando descubre un
experimento clasificado como secreto: un hombre anfibio (Doug Jones) que se
encuentra ahí recluido. (FILMAFFINITY)
Premios 2017
4 Premios Oscar: Mejor película, director, música y diseño
de prod. 13 nom.
Festival de Venecia: León de Oro (Mejor película)
Globos de Oro: Mejor director y banda sonora original. 7 nominaciones
Premios BAFTA: 3 premios, incluyendo Mejor director. 12
nominaciones
American Film Institute (AFI): Top 10 - Mejores películas
del año
Critics Choice Awards: Mejor película, director, dir.
artística y banda sonora
Críticos de Los Angeles: Mejor director, actriz (Hawkins) y
fotografía
Asociación de Críticos de Chicago: 7 nominaciones incluyendo
mejor película
Satellite
Awards: Mejor actriz ( Sally Hawkins). 10 nominaciones
Sindicato de Productores (PGA): Mejor película
Sindicato de Directores (DGA): Mejor director/película
Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión
original
Sindicato de Actores (SAG): Nom. mejor actriz (Hawkins) y
actor sec. (Jenkin
Magia y compasión
En todo el cine de Guillermo del Toro, ese hombre adulto que
nunca ha perdido la pasión y la fidelidad al cine, las historias, los
personajes, los ambientes y las ensoñaciones que le fascinaron desde niño,
existen convicciones que nacen en la infancia, aplicables al cine y a la vida.
Los espectadores pequeñitos teníamos muy claro (y quiero pensar que a los
actuales les ocurre lo mismo) que en cine existían los buenos y los malos y,
por supuesto, desconocíamos el significado del maniqueísmo ni falta que nos
hacía. Y ganaban los buenos. Posteriormente el cine y la vida te demostrarán
que existe algo llamado matices, que además del blanco y el negro hay más
colores, que son intercambiables, y que en el mundo real casi siempre vencen
los malos.
Su cine sería siempre identificable aunque no apareciera la
firma. Hay faunos enternecedores y dragones salvajes (algunos de ellos con
apariencia humana), gente acorralada y sola que busca un refugio y que solo se
lo proporcionará su imaginación, historias de terror conviviendo con una
poética muy personal, un tono y una atmósfera que remiten a películas de otro
tiempo.
Reconociendo la singularidad de su obra, sospechando que
cada que vez que escribe y rueda siente un embeleso similar al de los críos con
sus juguetes, que su relación con el cine viene marcada por el corazón, nunca
por el mercenariado o la calculadora, que su huella es igual de poderosa y
auténtica con los grandes presupuestos y con el posibilismo, ruede en México,
en España o en Hollywood, hay películas suyas que me gustan mucho y otras
menos. Hasta ahora, mis favoritas eran El laberinto del fauno y La cumbre
escarlata. Con La forma del agua creo que ha logrado su obra maestra, en la que
todo funciona. Me fascinan sus imágenes, me preocupa el presente y el futuro de
sus atribulados personajes, me creo algo tan irrazonable como el romance
(abarrotado audazmente de sexo en un presunto cuento de hadas) entre el
sufriente monstruo anfibio y la muda que jamás perdió la pureza, me da mucho
miedo el villano, me empapo sin esfuerzo de esa atmósfera tan insólita, me
transmite emoción, sentimiento y magia. Y puedo entender ante la arriesgada y
poética fabula que ha filmado Guillermo del Toro que determinados espectadores
la encuentren irreal e incluso ridícula. Pero no estoy dispuesto a discutir con
nadie sobre ello. O entras, o te quedas fuera. No hay términos medios con esta
extraña película. En cualquier caso, no quiero imaginármela doblada.
Mi cuelgue es inmediato con esa protagonista tan poco
glamurosa. No solo es muda. Tampoco es guapa. Se despierta en plena noche para
ir a fregar y a limpiar en unos inquietantes laboratorios gubernamentales
durante la Guerra Fría. Se masturba ritualmente en la bañera. Se dirige en un
autobús muy triste a su rutinario trabajo. Pero no maldice su suerte ni reniega
del mundo. No se siente sola ni desamparada. Sonríe mucho y llora poco. Porque
hay dos personas tan perdidas como ella que son sus amigos, una compañera de
trabajo que la protege y un anciano homosexual, artista y casi siempre
desolado, al que ella cuida y mima. Le basta para seguir tirando. Esa perdedora
también posee algo luminoso. Está dispuesta para embarcarse en la aventura más
irracional, comenzar un amor con un monstruo que es mucho más humano que
aquellos que le recluyeron y esclavizaron.
Esta película habla de la compasión, del calor que se pueden
otorgar los marginados, de la capacidad de amar en las circunstancias más
duras. Lo cuenta con un lenguaje visual admirable, retratando sensaciones.
Carlos Boyero en El país de Madrid
Trailer:
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