martes, 12 de junio de 2018

13,14 y 16jun18: Sangre de campeones.


Sangre de campeones

Miércoles 13, Jueves 14 y sábado 16 de junio, a las 20.00 horas. 
Entrada: $ 200. Menores de 12 años, $ 150. 

Título original Sangre de campeones
Año 2018
Duración 70 min.
País Uruguay
Dirección Santiago Bednarik y Guzmán García..
Guión Guzmán García.
Fotografía Germán Nocella
Investigación Atilio Garrido
Ilustraciones Oscar Larroca.
Productora Coral Cine
Género Documental. Fútbol
Clasificación ATP
Sinopsis
1924: un grupo de hombres, futbolistas amateurs, de profesiones diversas, emprenden viaje rumbo a la mayor aventura de sus vidas. Parten desde Uruguay hacia Europa para desembarcar en el París de los años locos donde los esperaba, contra todo pronóstico, la gloria Olímpica y el asombro del mundo entero. Esta hazaña sería la primera de otras que vendrían en 1928 y 1930. En el contexto de los preparativos para la celebración del centenario de la Jura de la Constitución, surge la idea de organizar el primer campeonato mundial de la FIFA en Montevideo y la construcción del Estadio Centenario en seis meses , el más grande del mundo en ese entonces. Uruguay se corona campeón del mundo y sin pretenderlo, esta selección se constituye como el eje de la identidad nacional de un país que estaba naciendo. Sangre de Campeones es el relato de su historia, y a través de ellos, la de toda una nación. (FILMAFFINITY)

Crítica

Épica nacional contada con buen gusto y material inédito

Después de Maracaná y Mundialito, la productora Coral Cine cierra una trilogía sobre las glorias claves del fútbol uruguayo. Solo les faltaría meterse con Sudáfrica 2010, donde habremos salido cuartos, pero se ganó un lugar en la épica nacional. Por ahora no hay planes de eso.

Sangre de campeones se concentra en las primeras de esas hazañas deportivas: los tres títulos mundiales que la selección uruguaya cosechó en seis años, entre 1924 y 1930. En ese lapso se conformó una parte del ADN de los uruguayos: aquella primera Celeste ganó dos juegos olímpicos (Francia y Holanda) y el primer campeonato del mundo en un Estadio Centenario que todavía tenía el cemento sin terminar.
La coincidencia con un nuevo Mundial que empieza en breve, la da además al documental algo de arenga y aporta una autoestima que nos va a venir muy bien. Si aquella vez pudimos contra todos los inconvenientes posibles, lo podemos volver a hacer.
Los directores Sebastián Bednarik y Guzmán García consiguen transmitir el heroísmo de aquellos tiempos, en los que gente común (un picapedrero, un estibador, un cartero, un hielero) eran capaces de convertirse en dioses.
La película repasa aquellas hazañas con imágenes de archivos (algunas aportadas por El País) y películas muchas de las cuales dan toda la impresión de ser inéditas. Están casi todos los goles, por ejemplo, además de los hinchas locales que acompañaron en 18 de julio, y en diferido, cada uno de los partidos olímpicos. Era otro mundo.
Sangre de campeones se inicia con una pequeña historia del deporte a partir de ilustraciones de Oscar Larroca que son una de las grandes cosas del documental. Sus carbonillas son toda una línea narrativa que permite mostrar la vida de los héroes o recrear jugadas. Merecerían una muestra exclusiva y son bastante distintas al tipo de trabajo con el que se vincula a Larroca.
A partir de ahí, el relato lo conducen varias voces conocidas entre historiadores (Gerardo Caetano, Carlos Demassi) y periodistas deportivos (Eduardo Ribas, Ricardo Piñeyrúa, entre otros) que van contando la parte deportiva y la parte humana de aquellos torneos. Sus voces están en off, lo que es una buena idea y permite escapar de la tiranía de la “cabeza parlante”, el repetido recurso de muchos documentales.
Un detalle importante acá es el uso del sonido (diseñado y posproducido por Daniel Márquez) que consigue sortear una decisión arriesgada como fue sonorizar las películas mudas que muestran encuentros entre los jugadores, hinchas gritando, diálogos de fondo e incluso recrear las voces de los jugadores. Les quedó tan bien que se termina entendiendo una apuesta tan temeraria. También tiene un papel importante la música de Hernán López.
Sangre de campeones dedica tanto tiempo a lo colectivo como lo individual. De un montón de historias elige dos: la de José Nasazzi, líder indiscutido de ese grupo, y la de José Leandro Andrade. Y si la del primero (al que alguien compara con Artigas en su porte) es una historia de constancia y compromiso que son “premiados” con un puesto en Casinos Municipales, la historia de Andrade es triste como lo es cualquier vida que conoció la gloria y se extinguió en el dolor y la miseria. De alguna manera, representan los dos extremos de ese abanico de heroísmo. La película termina, como en una ficción, cerrando las historias personales de muchos de sus protagonistas.
Hay grandes momentos como cuando Scarone ve que la bandera uruguaya está al revés en Francia y dice “ya van a aprender a ponerla bien” o los comienzos de la rivalidad entre Uruguay y Argentina. Los partidos eran feroces, por lo visto, y la técnica de los rioplatenses insuperable en el mundo. Tiene partes muy emotivas.
Bednarik y García han hablado de que Sangre de campeones es una suerte de precuela a Maracaná y está bien. Permite rastrear de dónde venimos futbolísticamente que es una manera de ver a dónde íbamos como sociedad.
“El futbol es la religión laica del Uruguay”, dice en un momento Gerardo Caetano. Tiene razón y así Sangre de campeones es el Génesis de una historia que, en dos semanas cuando empiece el Mundial va a estar más viva que nunca.
Fernán Cisnero en El País

Trailer:


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