Martes y viernes a las 20.00 horas. Entrada: $ 150, socios gratis.
Título original Paris Can Wait
Año 2016
Duración 92 min.
País Estados Unidos
Dirección Eleanor Coppola
Guion Eleanor Coppola
Música Laura Karpman
Fotografía Crystel Fournier
Reparto Diane Lane, Alec Baldwin, Arnaud Viard, Elise Tielrooy, Linda Gegusch, Élodie Navarre, Cédric Monnet
Género Romance. Comedia. Road Movie
Calificación ATP
Sinopsis
Anne se encuentra en una encrucijada en su vida. Casada con un exitoso productor de cine, un día se encuentra de forma inesperada viajando en coche desde Cannes a París con un socio de negocios de su marido. Lo que debería ser un viaje de siete horas se convierte en una aventura de dos días repleta de diversión llena de lugares pintorescos, buena comida y mejor vino, mucho humor, sabiduría y romance, despertando los sentidos de Anne y dándole un nuevo deseo a su vida. (FILMAFFINITY)
“Crisis, turismo y gastronomía”
Por momentos uno teme lo peor: una sucesión de escenas de turismo y gastronomía francesa que rocen lo pornográfico. En París puede esperar, los personajes se dan la gran vida en paisajes de la Provence, mientras viven una (¿platónica?) historia de amor maduro.
Y aunque la película se deja tentar demasiado por un exhibicionismo cercano a programa de cocina de algún canal especializado, en su último tercio tuerce un poco más la mirada a los personajes dejando por un rato esos platos exquisitos y esos paisajes sobrecogedores. Y así consigue redimir algunos excesos de esa travesía a bordo de un Peugeot 504 deportivo.
París puede esperar es de Eleanor Coppola, quien a los 80 años dirigió su primer largometraje de ficción. Antes había filmado Heart of Darkness, un documental sobre la locura que fue para su esposo, Francis Coppola, filmar Apocalypse Now, y alli conseguía algo muy bueno.
Esa vocación de documentalista se hace notar en esta tardía ópera prima que se preocupa tanto por el entorno como por los protagonistas. Es la historia de la esposa (Diane Lane) de un productor de Hollywood (Alec Baldwin), un matrimonio que debe llegar a París desde Cannes. Por esas cosas de la vida ella termina yendo en auto con un socio francés (Arnaud Viard) de su marido.
Y el viaje que era de unas horas se convierte en uno de dos días y una noche porque el chofer parece conocer todos los rincones gastronómicos y turísticos del camino y ella —a la que se la ve aburrida en su matrimonio con hombre quizás amoroso pero demasiado ocupado— se deja tentar fácilmente.
Es la excursión que cualquier mortal y hasta una fantasía femenina sueñan aunque tiene toda la pinta de ser carísima. Y si ver cómo disfrutan otros no es lo más entretenido del mundo, a Coppola no le estaría importando.
Y allí va él con toda la galantería y el desenfado romántico de los franceses (es como un Pepé Le Pew sin olor y con encanto). Y va ella, una americana aferrada a la fidelidad matrimonial, que se la pasa sacando fotos como una manera de llenar el hueco que ha dejado el que su hija mayor se fuera a la universidad.
La oposición entre una sensibilidad norteamericana y una francesa es otro de los subtextos no demasiado disimulados que vienen con una historia que Coppola también escribió. Algunos contactos con la vida pública de la directora podrían hacer pensar que ella está hablando de su vínculo con un director famoso y adicto al trabajo que la obligó a una vida en segundo plano.
La complicidad explícita de Diane Lane con las espectadoras en la toma final, es el cierre feliz de un paseo inolvidable. Y un final bien resuelto a una historia que muestra exteriores para hablar de cosas más interiores.
Fernán Cisnero en El País
Trailer:
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