martes, 7 de diciembre de 2021

07dic21: La teoría de los vidiros rotos

 

Martes a las 20.00 horas. Entrada $ 150.

¡NOMINADA AL OSCAR!

Título original La teoría de los vidrios rotos

Año 2021

Duración 80 min.

País Uruguay

Dirección Diego Fernández

Guion Diego Fernández, Rodolfo Santullo

Música Gonzalo Deniz

Fotografía Lucio Bonelli

Reparto Martin Slipak, César Troncoso, Robert Moré, Roberto Birindelli, Jenny Galvan, Jorge Temponi, Guillermo Arengo, Christian Font, Carlos Frasca, Lucio Hernández, Lourdes Kauffmann, Verónica Perrotta, Josefina Trias

Género Comedia

Clasificación ATP

Sinopsis Claudio es ascendido a coordinador de pólizas en la empresa de seguros Santa Marta, a la que debe representar en una lejana y pequeña ciudad, donde luego de arribar numerosos autos comienzan a ser incendiados. Claudia se ve presionado a cubrir los seguros de los autos en un ambiente hostil, y al tratar de aclarar los incendios descubrirá que muchas cosas no son lo que aparenta (Filmaffinity).

Crítica

"¿Conoce la Teoría de los Vidrios Rotos? Usted debería preguntarse cuantos vidrios rotos hay en esta historia, ¿y por qué?". Eso le dice Serveto (Robert Moré), inspector del Banco de Seguros a Claudio Tapia (Martín Slipak), protagonista de esta peculiar historia en la que se ve envuelto, cuando tres días antes sus únicos planes eran ir al pueblo de frontera donde transcurre la acción, simplemente a marcar presencia y realizar un viaje rutinario al que lo obligaba su nuevo trabajo como perito de una agencia de seguros en la zona. Pero cuando misteriosamente comienzan a aparecer autos quemados en la localidad, Tapia no tiene más remedio que agarrar una vieja velosolex, recorrer sus calles e intentar descubrir, rodeado de los distintos personajes que las habitan, el misterio que hay detrás.

"Hay una cosa que estaba desde el principio, que era jugar con el género, es una película de género, en el sentido que es el forastero que tiene que resolver el misterio", define así su nuevo film Diego "Parker" Fernández, director de La Teoría de los Vidrios Rotos, la nueva película uruguaya que se estrena este jueves 26 de agosto en salas.

"Podía haber sido un detective y homicidios, pero es un perito y autos quemados. Era eso, que responda a las convenciones del género", explica, contando que desde sus inicios el proyecto tuvo un norte: la película tenía que ser una comedia. "Todo el equipo se alineó en la idea de 'bo, vamos a hacer una comedia, no nos podemos cagar'", cuenta.

Desde el inicio, la sátira y la caricatura son dos parámetros que se van mostrando, a veces más explícitamente que en otras, en cada uno de los elementos de la película, desde la caracterización de ese pueblo hasta el tintazo que tiene el personaje de Mendiçabal (Roberto Birindelli), estanciero brasilero y político cuya figura cuasi omnipresente se manifiesta desde los afiches de campaña con su cara, hasta el repetitivo jingle que corta la monotonía sonora de este pueblo sin nombre.

Precisamente, explicando el "termómetro" que significó su equipo en la construcción de la comedia, Parker cuenta que uno de esos momentos en los que se preguntó "¿no me estaré yendo mucho al carajo?" fue cuando vio el teñido que le hicieron a Birindelli para su caracterización. Pero la tranquilidad vino de la mano de Gonzalo Delgado, director de arte, que le recordó el espíritu detrás del film.

"He visto muchos proyectos que lees el guión y es una comedia y después la vez y es un drama o una comedia romántica a lo sumo, también por un tema de idiosincrasia uruguaya. Asi somos, de afuera dicen, 'no hay nada más triste que un uruguayo contento'. Esto estaba en la intención y siempre fue la apuesta, preferible pasarse que quedarse corto", afirma Fernández.

"Donde se juega más la uruguayez, es en eso de que en el pueblo son todos viejos, de arriba de 50 por lo menos y después están Tapia y los pibes. Y de hecho a Tapia te lo tiran hacia el lado de los pibes. En eso si hay una cosa re uruguaya, 'tan joven y lo mandan a este lugar', eso es bien uruguayo", comenta.

Es en ese punto donde la elección del argentino Martín Slipak para el rol protagónico se manifiesta con fuerza. "Había un tema de phisique du rol que yo quería que se vea al lado de los del pueblo como más chico, por eso de que lo botijean, que hubiera esa cosa como de riesgo físico, que no dijeras, ta, se va a agarrar a las piñas", explica el director y coguionista. Aunque reconoce que lo principal es el bagaje actoral del argentino: "un tipo de 30 años que tenga ese oficio encima, actúa desde los 5 años, ha hecho más películas que la mayoría de los actores de acá, televisión, teatro, todo".

Un desafío al que Slipak se enfrentó con la mayor habilidad, según cuenta Fernández, es que su personaje interactúa con todos, "con distintos niveles de registro, con un vecino o con un personaje super elaborado". Para Fernández, uno de los puntos firmes del proyecto fue cuando su coproductor de Argentina le recomendó a Slipak para el papel y vio lo bien que funcionaba.

Pero no todos los actores de la cinta son precisamente veteranos frente a las cámaras. Tres de los actores que tienen un rol trascendental en el desarrollo de la trama son precisamente un grupo de adolescentes de Aiguá, ciudad de Maldonado donde se filmó durante 20 días la mayor parte de la película. "Uno de ellos me mandó un mail después de la película diciendo que había sido de las experiencias más lindas que había tenido en su vida", cuenta.

"Después hubo otros casos como los vecinos. Esa escena en mi cabeza y en el guión era imagen, en cámara lenta, Tapia hablando con los vecinos. Cuando pusimos la cámara, que estaba filmando en cámara lenta pero teníamos el sonido, y empiezan a hablar, nos miramos todos y dijimos 'esto está buenísimo'. Salió de ellos y la verdad, entraron en el juego enseguida. Y tuvimos que sacar material porque ya habían tres chistes de cada uno", explica Fernández mostrando la relación que se dio entre el equipo y la gente de Aiguá. Además de los 20 días allá -divididos en 4 semanas de filmación- se rodó durante 10 días en Montevideo, aunque en la capital se filmaron casi exclusivamente las escenas en interiores.

La película, que está basada en hechos reales, surge de una serie de noticias que leyó el director entre el 2009 y 2010 sobre una serie de incendios en autos en la ciudad de Melo que ocurrieron durante meses y que tuvo como resultado 25 coches incendiados. En esa historia, que los guionistas -Fernández y Rodolfo Santullo- se inspiraron para crear el texto, mezclando los hechos de Cerro Largo con la teoría sociológica de los vidrios rotos (para saber que es, vea la película, el personaje de Serveto se lo explica muy bien).

"A mí me cuelga eso de las teorías que hablan de la conducta humana y de hecho la película anterior -Rincon de Darwin- era sobre el tema de la evolución. Me gusta cuando hay algo que te hace reflexionar sobre tu vida o la sociedad de alrededor y te permite empezar a entender mejor lo que está sucediendo. Aunque sea por el lado de la comedia, te ayuda a comprender un poco más como somos las personas".

Para la música, Fernández trabajó con un viejo conocido suyo, Gonzalo Denis, conocido artísticamente como Franny Glass, con quien trabajó en varios videoclips y en Rincón de Darwin. "Lo conozco desde que tenía 17 años, cuando actuó en un corto que hice para Unicef, despúes fue alumno mío en la ECU (Escuela de Cine del Uruguay)", cuenta, recalcando que los conocimientos cinematográficos del artista fueron claves para cuadrar la música de la película, que por momentos es un personaje en sí mismo, con la voz de Humberto de Vargas.

Fernández cita como una de sus mayores influencias para la película a El Gran Lebowski, de los hermanos Coen, por esa idea de "el género llevado a la comedia, sacado del lugar principal". Además, menciona a la película danesa Terriblemente Feliz (Frygtelig lykkelig, en danés) de Henrik Ruben Genz, donde un policía, un forastero, llega a un pueblo donde existen sus propias reglas y finalmente termina haciendo cosas que un oficial no debe hacer porque son las reglas del pueblo. "Ese concepto me gustaba mucho", dice.

A nivel estético, menciona a Don't Come Knocking (Llamando a las puertas del cielo) de Wim Wenders y protagonizada por Sam Shepard, donde también un forastero va a un pueblo en el que nunca se ve a nadie."De repente ves a alguien que va caminando allá atrás, no es que está vacío, porque siempre hay alguien por allá atrás o un auto que pasa lejos. Eso estaba en nuestro guión. Hacerlo parecer desolado, no vacío, desolado", comenta.

Por Federico Pereira en Montevideo.com.uy.

 Trailer



 

 

 


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