Martes a las 20.00 horas. Entrada $ 150.
¡NOMINADA AL OSCAR!
Título original La teoría de los vidrios rotos
Año 2021
Duración 80 min.
País Uruguay
Dirección Diego Fernández
Guion Diego Fernández, Rodolfo Santullo
Música Gonzalo Deniz
Fotografía Lucio Bonelli
Reparto Martin Slipak, César Troncoso, Robert Moré, Roberto
Birindelli, Jenny Galvan, Jorge Temponi, Guillermo Arengo, Christian Font,
Carlos Frasca, Lucio Hernández, Lourdes Kauffmann, Verónica Perrotta, Josefina
Trias
Género Comedia
Clasificación ATP
Sinopsis Claudio es ascendido a coordinador de pólizas en la
empresa de seguros Santa Marta, a la que debe representar en una lejana y
pequeña ciudad, donde luego de arribar numerosos autos comienzan a ser
incendiados. Claudia se ve presionado a cubrir los seguros de los autos en un
ambiente hostil, y al tratar de aclarar los incendios descubrirá que muchas
cosas no son lo que aparenta (Filmaffinity).
Crítica
"¿Conoce la Teoría de los Vidrios Rotos? Usted debería
preguntarse cuantos vidrios rotos hay en esta historia, ¿y por qué?". Eso
le dice Serveto (Robert Moré), inspector del Banco de Seguros a Claudio Tapia
(Martín Slipak), protagonista de esta peculiar historia en la que se ve
envuelto, cuando tres días antes sus únicos planes eran ir al pueblo de
frontera donde transcurre la acción, simplemente a marcar presencia y realizar
un viaje rutinario al que lo obligaba su nuevo trabajo como perito de una
agencia de seguros en la zona. Pero cuando misteriosamente comienzan a aparecer
autos quemados en la localidad, Tapia no tiene más remedio que agarrar una
vieja velosolex, recorrer sus calles e intentar descubrir, rodeado de los
distintos personajes que las habitan, el misterio que hay detrás.
"Hay una cosa que estaba desde el principio, que era
jugar con el género, es una película de género, en el sentido que es el
forastero que tiene que resolver el misterio", define así su nuevo film
Diego "Parker" Fernández, director de La Teoría de los Vidrios Rotos,
la nueva película uruguaya que se estrena este jueves 26 de agosto en salas.
"Podía haber sido un detective y homicidios, pero es un
perito y autos quemados. Era eso, que responda a las convenciones del
género", explica, contando que desde sus inicios el proyecto tuvo un
norte: la película tenía que ser una comedia. "Todo el equipo se alineó en
la idea de 'bo, vamos a hacer una comedia, no nos podemos cagar'", cuenta.
Desde el inicio, la sátira y la caricatura son dos
parámetros que se van mostrando, a veces más explícitamente que en otras, en
cada uno de los elementos de la película, desde la caracterización de ese
pueblo hasta el tintazo que tiene el personaje de Mendiçabal (Roberto
Birindelli), estanciero brasilero y político cuya figura cuasi omnipresente se
manifiesta desde los afiches de campaña con su cara, hasta el repetitivo jingle
que corta la monotonía sonora de este pueblo sin nombre.
Precisamente, explicando el "termómetro" que
significó su equipo en la construcción de la comedia, Parker cuenta que uno de
esos momentos en los que se preguntó "¿no me estaré yendo mucho al carajo?"
fue cuando vio el teñido que le hicieron a Birindelli para su caracterización.
Pero la tranquilidad vino de la mano de Gonzalo Delgado, director de arte, que
le recordó el espíritu detrás del film.
"He visto muchos proyectos que lees el guión y es una
comedia y después la vez y es un drama o una comedia romántica a lo sumo,
también por un tema de idiosincrasia uruguaya. Asi somos, de afuera dicen, 'no
hay nada más triste que un uruguayo contento'. Esto estaba en la intención y
siempre fue la apuesta, preferible pasarse que quedarse corto", afirma
Fernández.
"Donde se juega más la uruguayez, es en eso de que en
el pueblo son todos viejos, de arriba de 50 por lo menos y después están Tapia
y los pibes. Y de hecho a Tapia te lo tiran hacia el lado de los pibes. En eso
si hay una cosa re uruguaya, 'tan joven y lo mandan a este lugar', eso es bien
uruguayo", comenta.
Es en ese punto donde la elección del argentino Martín
Slipak para el rol protagónico se manifiesta con fuerza. "Había un tema de
phisique du rol que yo quería que se vea al lado de los del pueblo como más
chico, por eso de que lo botijean, que hubiera esa cosa como de riesgo físico,
que no dijeras, ta, se va a agarrar a las piñas", explica el director y
coguionista. Aunque reconoce que lo principal es el bagaje actoral del
argentino: "un tipo de 30 años que tenga ese oficio encima, actúa desde
los 5 años, ha hecho más películas que la mayoría de los actores de acá,
televisión, teatro, todo".
Un desafío al que Slipak se enfrentó con la mayor habilidad,
según cuenta Fernández, es que su personaje interactúa con todos, "con
distintos niveles de registro, con un vecino o con un personaje super
elaborado". Para Fernández, uno de los puntos firmes del proyecto fue
cuando su coproductor de Argentina le recomendó a Slipak para el papel y vio lo
bien que funcionaba.
Pero no todos los actores de la cinta son precisamente
veteranos frente a las cámaras. Tres de los actores que tienen un rol
trascendental en el desarrollo de la trama son precisamente un grupo de
adolescentes de Aiguá, ciudad de Maldonado donde se filmó durante 20 días la
mayor parte de la película. "Uno de ellos me mandó un mail después de la
película diciendo que había sido de las experiencias más lindas que había
tenido en su vida", cuenta.
"Después hubo otros casos como los vecinos. Esa escena
en mi cabeza y en el guión era imagen, en cámara lenta, Tapia hablando con los
vecinos. Cuando pusimos la cámara, que estaba filmando en cámara lenta pero
teníamos el sonido, y empiezan a hablar, nos miramos todos y dijimos 'esto está
buenísimo'. Salió de ellos y la verdad, entraron en el juego enseguida. Y
tuvimos que sacar material porque ya habían tres chistes de cada uno",
explica Fernández mostrando la relación que se dio entre el equipo y la gente de
Aiguá. Además de los 20 días allá -divididos en 4 semanas de filmación- se rodó
durante 10 días en Montevideo, aunque en la capital se filmaron casi
exclusivamente las escenas en interiores.
La película, que está basada en hechos reales, surge de una
serie de noticias que leyó el director entre el 2009 y 2010 sobre una serie de
incendios en autos en la ciudad de Melo que ocurrieron durante meses y que tuvo
como resultado 25 coches incendiados. En esa historia, que los guionistas
-Fernández y Rodolfo Santullo- se inspiraron para crear el texto, mezclando los
hechos de Cerro Largo con la teoría sociológica de los vidrios rotos (para
saber que es, vea la película, el personaje de Serveto se lo explica muy bien).
"A mí me cuelga eso de las teorías que hablan de la
conducta humana y de hecho la película anterior -Rincon de Darwin- era sobre el
tema de la evolución. Me gusta cuando hay algo que te hace reflexionar sobre tu
vida o la sociedad de alrededor y te permite empezar a entender mejor lo que
está sucediendo. Aunque sea por el lado de la comedia, te ayuda a comprender un
poco más como somos las personas".
Para la música, Fernández trabajó con un viejo conocido
suyo, Gonzalo Denis, conocido artísticamente como Franny Glass, con quien
trabajó en varios videoclips y en Rincón de Darwin. "Lo conozco desde que
tenía 17 años, cuando actuó en un corto que hice para Unicef, despúes fue
alumno mío en la ECU (Escuela de Cine del Uruguay)", cuenta, recalcando
que los conocimientos cinematográficos del artista fueron claves para cuadrar
la música de la película, que por momentos es un personaje en sí mismo, con la
voz de Humberto de Vargas.
Fernández cita como una de sus mayores influencias para la
película a El Gran Lebowski, de los hermanos Coen, por esa idea de "el
género llevado a la comedia, sacado del lugar principal". Además, menciona
a la película danesa Terriblemente Feliz (Frygtelig lykkelig, en danés) de
Henrik Ruben Genz, donde un policía, un forastero, llega a un pueblo donde
existen sus propias reglas y finalmente termina haciendo cosas que un oficial
no debe hacer porque son las reglas del pueblo. "Ese concepto me gustaba
mucho", dice.
A nivel estético, menciona a Don't Come Knocking (Llamando a
las puertas del cielo) de Wim Wenders y protagonizada por Sam Shepard, donde
también un forastero va a un pueblo en el que nunca se ve a nadie."De
repente ves a alguien que va caminando allá atrás, no es que está vacío, porque
siempre hay alguien por allá atrás o un auto que pasa lejos. Eso estaba en
nuestro guión. Hacerlo parecer desolado, no vacío, desolado", comenta.
Por Federico Pereira en Montevideo.com.uy.
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