Título original St. Vincent
Año 2014
Duración 103 min.
País Estados Unidos
Director Theodore Melfi
Guión Theodore Melfi
Música Theodore Shapiro
Fotografía John Lindley
Reparto Bill Murray, Melissa McCarthy, Naomi Watts, Jaeden Lieberher, Chris O'Dowd, Terrence Howard, Selenis Leyva, Katharina Damm, Nate Corddry, Scott Adsit, Kimberly Quinn, Lenny Venito, Greta Lee, Alyssa Ruland, Parker Fong, Dario Barosso
Productora
The Weinstein Company / Chernin Entertainment / Crescendo Productions
Género
Comedia. Drama | Cine independiente USA
Web oficial
http://stvincentfilm.com/
Sinopsis
Maggie (Melissa McCarthy) es una madre separada que se muda a Brooklyn con su hijo de 12 años, Oliver (Jaeden Lieberher). Al tener que trabajar muchas horas, no le queda más opción que dejar a Oliver al cargo de su nuevo vecino, Vincent (Bill Murray), un jubilado cascarrabias aficionado al alcohol y a las apuestas. Pronto, una peculiar amistad florece entre ellos. Junto a una stripper embarazada llamada Daka (Naomi Watts), Vincent conduce al chico por todas las paradas que conforman su rutina diaria: las carreras de caballos, el club de striptease, y su bar habitual. Pero mientras Vincent cree que ayuda a Oliver a hacerse un hombre, éste comienza a ver en el viejo gruñón algo que nadie más ve: un hombre incomprendido de buen corazón. (FILMAFFINITY)
Una crítica:
A veces es difícil darse cuenta del valor de los contemporáneos, pero en este caso ya debería estar claro: Bill Murray es uno de los mejores comediantes de la historia del cine. Le sobran las pruebas: la resistente Meatballs, Los cazafantasmas, ¿Qué tal, Bob?, la magistral Hechizo del tiempo, Ed Wood, la un tanto olvidada Mad Dog and Glory, Kingpin, la celebrada Perdidos en Tokio y las películas con Wes Anderson, entre otras. Y ésas están muy lejos de ser todas. Este mínimo repaso viene al caso especialmente con St. Vincent, porque se trata de una película que basa gran parte de su atractivo en que Murray interprete a un personaje que es mayormente un mix de otras interpretaciones del actor. Su Vincent es gruñón, áspero, ácido, irónico y está de vuelta de todo. Y tiene, como suele suceder con muchos personajes de Murray -recordemos que también interpretó a un Scrooge moderno en Los fantasmas contraatacan-, una calidez oculta.
Vincent vive solo, aunque tiene un gato hermoso y fotogénico, y frecuenta a una prostituta rusa embarazada. Su vida indolente, alcohólica y a los tumbos autodestructivos sufrirá un cambio cuando a la casa de al lado se muden una mujer divorciada con su hijo, que, por supuesto, no lo pasa bien en la escuela nueva. Acercamientos, aprendizajes mutuos y otras cuestiones. St. Vincent tiene muy poca originalidad y pueden rastrearse referencias múltiples de principio a fin: además de películas anteriores con Murray -notablemente Rushmore, de Wes Anderson- pueden sumarse Un gran chico, Perfume de mujer y sigue la lista. El director y guionista Theodore Melfi exagera con los condimentos de la caída en desgracia del personaje y también con la musicalización para emocionar, y permite que la película se ablande demasiado, que evidencie su fórmula en exceso.
Sin embargo, más allá de las limitaciones de St. Vincent, no deja de ser un placer ver a un maestro como Murray adueñarse otra vez de un relato, con ese arte interpretativo que nunca necesitó del énfasis para brillar con una luz especial, tan tenue que los de la Academia de Hollywood no logran ver. Por su parte, el gato, el chico Jaeden Liberher, Naomi Watts y Melissa McCarthy saben devolver con prestancia y eficacia los pases del maestro. No se pierdan los créditos, en los que Murray despliega su capacidad de fumar, tararear a Dylan y regar con sardónica convicción un jardín seco. Javier Porta Fouz en La Nación
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