domingo, 19 de diciembre de 2021

21dic21: Un día lluvioso en Nueva York

 

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20.00 HORAS - Entrada $ 150. 

ÚLTIMA FUNCIÓN 2021

***¡FELICES FIESTAS!***

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Título original A Rainy Day in New York aka

Año 2019

Duración 92 min.

País Estados Unidos

Dirección Woody Allen

Guion Woody Allen

Fotografía Vittorio Storaro

Reparto Timothée Chalamet, Elle Fanning, Selena Gomez, Jude Law, Diego Luna, Liev Schreiber, Annaleigh Ashford, Rebecca Hall, Cherry Jones, Will Rogers, Taylor Black, Kathryn Leigh Scott, Kelly Rohrbach, ver 21 más

Género Romance. Comedia | Comedia romántica

Clasificación + 12 años

Sinopsis Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son una joven pareja enamorada de universitarios que se dispone a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard (Liev Schreiber), que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega (Diego Luna). Por su parte, Gatsby también conocerá a una joven, Chan (Selena Gómez), que le ayudará a poner en orden sus sentimientos. El lluvioso fin de semana estará plagado de encuentros, desencuentros y equívocos. (FILMAFFINITY)

Crítica

Ni su provecta edad, ni el acorralamiento de la opinión pública (aunque la justicia le haya declarado inocente) al que le han sometido inmisericordemente los de siempre, esas inquisiciones ancestrales y grimosas, ni el boicot en Estados Unidos a su cine, su autobiografía y a una serie de televisión, han logrado anular la imaginación de Woody Allen para inventar historias que llevan el sello de su prodigioso cerebro, construir situaciones, personajes y diálogos insólitos, que suponen un regalo para los receptores, provocar la sonrisa, la risa y el sentimiento. Hacer películas imagino que le supone un inmejorable refugio ante la tormenta, y en los últimos años esta se ha ensañado con él. Y su cine también nos ofrece protección a sus espectadores incurablemente fieles, con la frecuente sensación del gozo, de que el tiempo vuela cuando este director está inspirado. Y pocas veces le abandona el estado de gracia. Y es muy raro que desfallezca, que te aburra, que no salgas confortado de la sala, que no te identifiques con las sensaciones que retrata.

A Woody Allen le gusta Nueva York en todas sus estaciones, pero reconozcamos que la lluvia, tan incómoda y triste para los espíritus prosaicos, es una buena aliada de la poesía. El título que más me fascina de la historia del cine, el que más me intriga y conmueve es Rain People. O sea: “Gente de lluvia”. Y, cómo no, que alguien como Allen titule su última obra Día de lluvia en Nueva York augura algo muy bonito, con olor a melancolía, a equívocos, a encuentros inesperados, a sorpresas. Y lo es. Creo que no he soltado ninguna carcajada, pero la sonrisa no me desaparece durante hora y media. Tampoco un bienestar duradero al salir del cine y al recordarla.

El juvenil protagonista lo ha tenido muy fácil en su vida, al pertenecer a una familia con mucha pasta. Se llama Gatsby, como aquel ser tan luchador y tan trágico que alguna vez creyó en la luz verde, sin saber que su sueño ya había quedado atrás, en la ardiente oscuridad. Pero no tiene nada claro cómo enfocar su existencia, le asaltan demasiadas incertidumbres, no quiere que la confusión sea su epitafio. Mientras tanto, se entretiene jugando fuerte al póker y decidido a pasar un memorable y lujurioso fin de semana con su novia, enseñándole la ciudad que ama y de la que se largó huyendo de las presiones familiares. Pero en Manhattan puede ocurrir de todo. Que su pareja quede hipnotizada por un director de cine en crisis, un guionista con aparentes soluciones para aplacar el tormento del creador, un lúbrico actor hispano con hambre de carne joven. Y que en la espera de que la novia vuelva a la tierra y le haga un poco de caso, el angustiado vagabundeo del chaval por Manhattan se encuentre con sorpresas que pueden cambiar su vida. Como el disparatado y seductor reencuentro con la hermana pequeña de una antigua novia, el conocimiento de una puta majestuosa, la impagable conversación con su madre, revelándole esta con naturalidad y pragmatismo secretos presuntamente inconfesables de su juventud. Y este tío tan confuso aprenderá unas cuantas cosas muy claras y a no mentirse a sí mismo. Y no sabemos lo que ocurriría en la vida real, pero, como el cine se puede permitir licencias líricas, es precioso que se encuentre en Central Park y en medio de la lluvia con la persona que acaba de seducirle.

Allen narra todo esto con mucho encanto, con su inconfundible estilo, exento de amargura, con tanta comprensión como cariño hacia sus perdidos personajes. Carlos Boyero en El País de Madrid

Trailer

 

14dic21: el caso de Richard Jewell

 


Título original Richard Jewell aka

Año 2019

Duración 131 min.

País Estados Unidos

Dirección Clint Eastwood

Guion Billy Ray. Artículo: Marie Brenner

Música Arturo Sandoval

Fotografía Yves Bélanger

Reparto Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Kathy Bates, Jon Hamm, Olivia Wilde, Wayne Duvall, Dexter Tillis, Desmond Phillips, Nina Arianda, Ian Gomez, Randy Havens, Mike Pniewski, Niko Nicotera.

Género Drama | Basado en hechos reales. Juegos olímpicos. Años 90. Periodismo. Terrorismo

Clasificación +9 años

Sinopsis

Richard Jewell era un guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, el cual descubrió una mochila con explosivos en su interior y evitó un número mayor de víctimas al ayudar a evacuar el área poco antes de que se produjera el estallido. En un principio se le presentó como un héroe cuya intervención salvó vidas, pero posteriormente Jewell pasó a ser considerado el sospechoso número uno y fue investigado como presunto culpable (Filmaffinity).

Crítica

Que se esté convirtiendo en una rareza el hecho de contar un relato a la perfección, fijando la mirada exclusivamente en el personaje, parece un fastidioso signo de los tiempos. En una época en la que otorgar un estilo identificable a cada obra parece un peaje obligatorio, cineastas como Clint Eastwood, apenas un puñado, contadores de historias a la manera clásica, ejercen de protectores de unas esencias en vías de extinción. En Richard Jewell, su último trabajo como director, basado en hechos reales, es consciente del lugar que debe ocupar, el del narrador de unos hechos más grandes que la propia vida: la de un hombre sencillo atropellado por las circunstancias; la de un ser humano de enorme complejidad, que pasa de héroe a villano en un santiamén a causa de las contradicciones de la sociedad.

Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996. Un guarda de seguridad privado de peculiar personalidad, físico y actitud evita una masacre terrorista gracias a su diligencia. El heroísmo del Juan Nadie. Poco después, tras un cúmulo de circunstancias, unas quizá razonables (que se le investigara), otras seguramente injustas (que esas indagaciones se hicieran públicas), se convierte en sospechoso (y en acusado) por haber colocado la bomba que mató a una mujer y pudo acabar con cientos de personas. La villanía del acomplejado.

Con guion de Billy Ray, experto en los entresijos de las certezas mentirosas desde El precio de la verdad (2003), Richard Jewell es una obra sobre un personaje y unas eventualidades apasionantes, que se despliega como una fascinante reflexión sobre lo que parece y lo que es, y que acaba afectándonos porque te transmite una idea acerca de nosotros mismos. Y está la belleza del trabajo de cámara y de luz de Eastwood, que apenas se nota porque es invisible, pero que se siente.

La película parte de un prólogo formidable que define en apenas unos minutos a sus dos personajes principales, al héroe singular y al que después va a ser su abogado, interpretados por los magníficos Paul Walter Hauser y Sam Rockwell. Y a partir de ahí mezcla varios tiempos con la difícil facilidad del contador maýusculo, en un tono que fusiona el drama, la comedia y la intriga judicial. Un relato con ecos de la fundamental El gran carnaval (Billy Wilder, 1951), con el que se han tomado ciertas licencias dramáticas convertidas en escandalosas, quizá olvidando que lo que ha hecho Eastwood no es ni un ensayo ni una investigación ni un documental, sino simplemente una (estupenda) película. Javier Ocaña en El Pais de Madrid

 Trailer



martes, 7 de diciembre de 2021

07dic21: La teoría de los vidiros rotos

 

Martes a las 20.00 horas. Entrada $ 150.

¡NOMINADA AL OSCAR!

Título original La teoría de los vidrios rotos

Año 2021

Duración 80 min.

País Uruguay

Dirección Diego Fernández

Guion Diego Fernández, Rodolfo Santullo

Música Gonzalo Deniz

Fotografía Lucio Bonelli

Reparto Martin Slipak, César Troncoso, Robert Moré, Roberto Birindelli, Jenny Galvan, Jorge Temponi, Guillermo Arengo, Christian Font, Carlos Frasca, Lucio Hernández, Lourdes Kauffmann, Verónica Perrotta, Josefina Trias

Género Comedia

Clasificación ATP

Sinopsis Claudio es ascendido a coordinador de pólizas en la empresa de seguros Santa Marta, a la que debe representar en una lejana y pequeña ciudad, donde luego de arribar numerosos autos comienzan a ser incendiados. Claudia se ve presionado a cubrir los seguros de los autos en un ambiente hostil, y al tratar de aclarar los incendios descubrirá que muchas cosas no son lo que aparenta (Filmaffinity).

Crítica

"¿Conoce la Teoría de los Vidrios Rotos? Usted debería preguntarse cuantos vidrios rotos hay en esta historia, ¿y por qué?". Eso le dice Serveto (Robert Moré), inspector del Banco de Seguros a Claudio Tapia (Martín Slipak), protagonista de esta peculiar historia en la que se ve envuelto, cuando tres días antes sus únicos planes eran ir al pueblo de frontera donde transcurre la acción, simplemente a marcar presencia y realizar un viaje rutinario al que lo obligaba su nuevo trabajo como perito de una agencia de seguros en la zona. Pero cuando misteriosamente comienzan a aparecer autos quemados en la localidad, Tapia no tiene más remedio que agarrar una vieja velosolex, recorrer sus calles e intentar descubrir, rodeado de los distintos personajes que las habitan, el misterio que hay detrás.

"Hay una cosa que estaba desde el principio, que era jugar con el género, es una película de género, en el sentido que es el forastero que tiene que resolver el misterio", define así su nuevo film Diego "Parker" Fernández, director de La Teoría de los Vidrios Rotos, la nueva película uruguaya que se estrena este jueves 26 de agosto en salas.

"Podía haber sido un detective y homicidios, pero es un perito y autos quemados. Era eso, que responda a las convenciones del género", explica, contando que desde sus inicios el proyecto tuvo un norte: la película tenía que ser una comedia. "Todo el equipo se alineó en la idea de 'bo, vamos a hacer una comedia, no nos podemos cagar'", cuenta.

Desde el inicio, la sátira y la caricatura son dos parámetros que se van mostrando, a veces más explícitamente que en otras, en cada uno de los elementos de la película, desde la caracterización de ese pueblo hasta el tintazo que tiene el personaje de Mendiçabal (Roberto Birindelli), estanciero brasilero y político cuya figura cuasi omnipresente se manifiesta desde los afiches de campaña con su cara, hasta el repetitivo jingle que corta la monotonía sonora de este pueblo sin nombre.

Precisamente, explicando el "termómetro" que significó su equipo en la construcción de la comedia, Parker cuenta que uno de esos momentos en los que se preguntó "¿no me estaré yendo mucho al carajo?" fue cuando vio el teñido que le hicieron a Birindelli para su caracterización. Pero la tranquilidad vino de la mano de Gonzalo Delgado, director de arte, que le recordó el espíritu detrás del film.

"He visto muchos proyectos que lees el guión y es una comedia y después la vez y es un drama o una comedia romántica a lo sumo, también por un tema de idiosincrasia uruguaya. Asi somos, de afuera dicen, 'no hay nada más triste que un uruguayo contento'. Esto estaba en la intención y siempre fue la apuesta, preferible pasarse que quedarse corto", afirma Fernández.

"Donde se juega más la uruguayez, es en eso de que en el pueblo son todos viejos, de arriba de 50 por lo menos y después están Tapia y los pibes. Y de hecho a Tapia te lo tiran hacia el lado de los pibes. En eso si hay una cosa re uruguaya, 'tan joven y lo mandan a este lugar', eso es bien uruguayo", comenta.

Es en ese punto donde la elección del argentino Martín Slipak para el rol protagónico se manifiesta con fuerza. "Había un tema de phisique du rol que yo quería que se vea al lado de los del pueblo como más chico, por eso de que lo botijean, que hubiera esa cosa como de riesgo físico, que no dijeras, ta, se va a agarrar a las piñas", explica el director y coguionista. Aunque reconoce que lo principal es el bagaje actoral del argentino: "un tipo de 30 años que tenga ese oficio encima, actúa desde los 5 años, ha hecho más películas que la mayoría de los actores de acá, televisión, teatro, todo".

Un desafío al que Slipak se enfrentó con la mayor habilidad, según cuenta Fernández, es que su personaje interactúa con todos, "con distintos niveles de registro, con un vecino o con un personaje super elaborado". Para Fernández, uno de los puntos firmes del proyecto fue cuando su coproductor de Argentina le recomendó a Slipak para el papel y vio lo bien que funcionaba.

Pero no todos los actores de la cinta son precisamente veteranos frente a las cámaras. Tres de los actores que tienen un rol trascendental en el desarrollo de la trama son precisamente un grupo de adolescentes de Aiguá, ciudad de Maldonado donde se filmó durante 20 días la mayor parte de la película. "Uno de ellos me mandó un mail después de la película diciendo que había sido de las experiencias más lindas que había tenido en su vida", cuenta.

"Después hubo otros casos como los vecinos. Esa escena en mi cabeza y en el guión era imagen, en cámara lenta, Tapia hablando con los vecinos. Cuando pusimos la cámara, que estaba filmando en cámara lenta pero teníamos el sonido, y empiezan a hablar, nos miramos todos y dijimos 'esto está buenísimo'. Salió de ellos y la verdad, entraron en el juego enseguida. Y tuvimos que sacar material porque ya habían tres chistes de cada uno", explica Fernández mostrando la relación que se dio entre el equipo y la gente de Aiguá. Además de los 20 días allá -divididos en 4 semanas de filmación- se rodó durante 10 días en Montevideo, aunque en la capital se filmaron casi exclusivamente las escenas en interiores.

La película, que está basada en hechos reales, surge de una serie de noticias que leyó el director entre el 2009 y 2010 sobre una serie de incendios en autos en la ciudad de Melo que ocurrieron durante meses y que tuvo como resultado 25 coches incendiados. En esa historia, que los guionistas -Fernández y Rodolfo Santullo- se inspiraron para crear el texto, mezclando los hechos de Cerro Largo con la teoría sociológica de los vidrios rotos (para saber que es, vea la película, el personaje de Serveto se lo explica muy bien).

"A mí me cuelga eso de las teorías que hablan de la conducta humana y de hecho la película anterior -Rincon de Darwin- era sobre el tema de la evolución. Me gusta cuando hay algo que te hace reflexionar sobre tu vida o la sociedad de alrededor y te permite empezar a entender mejor lo que está sucediendo. Aunque sea por el lado de la comedia, te ayuda a comprender un poco más como somos las personas".

Para la música, Fernández trabajó con un viejo conocido suyo, Gonzalo Denis, conocido artísticamente como Franny Glass, con quien trabajó en varios videoclips y en Rincón de Darwin. "Lo conozco desde que tenía 17 años, cuando actuó en un corto que hice para Unicef, despúes fue alumno mío en la ECU (Escuela de Cine del Uruguay)", cuenta, recalcando que los conocimientos cinematográficos del artista fueron claves para cuadrar la música de la película, que por momentos es un personaje en sí mismo, con la voz de Humberto de Vargas.

Fernández cita como una de sus mayores influencias para la película a El Gran Lebowski, de los hermanos Coen, por esa idea de "el género llevado a la comedia, sacado del lugar principal". Además, menciona a la película danesa Terriblemente Feliz (Frygtelig lykkelig, en danés) de Henrik Ruben Genz, donde un policía, un forastero, llega a un pueblo donde existen sus propias reglas y finalmente termina haciendo cosas que un oficial no debe hacer porque son las reglas del pueblo. "Ese concepto me gustaba mucho", dice.

A nivel estético, menciona a Don't Come Knocking (Llamando a las puertas del cielo) de Wim Wenders y protagonizada por Sam Shepard, donde también un forastero va a un pueblo en el que nunca se ve a nadie."De repente ves a alguien que va caminando allá atrás, no es que está vacío, porque siempre hay alguien por allá atrás o un auto que pasa lejos. Eso estaba en nuestro guión. Hacerlo parecer desolado, no vacío, desolado", comenta.

Por Federico Pereira en Montevideo.com.uy.

 Trailer



 

 

 


Programación diciembre 21